Claridad

La claridad es un saber qué hay más allá de una comprensión intelectual y didáctica. Para mí, la claridad es un matrimonio armonioso de conocimiento, intuición y enfoque que, a pesar de su agudeza innata, exuda compasión y gracia.

Menciono la compasión, porque ser claro puede hacerte sentir un poco duro/a a veces, pero hay una cualidad claramente diferente en la intensidad de la claridad y luego en los límites de la dureza. Y la diferencia radica en establecer límites saludables. Y a pesar de que puede ser doloroso alcanzar esos límites, una vez alcanzados se podrá expresas la claridad con una suavidad que proviene de honrar la verdad por encima de cumplir o complacer. En eso reside intrínsecamente la compasión hacia uno mismo y, por tanto, hacia el otro.

Una hermosa cita sobre este tema por Brené Brown, autor de “Atreverse” y “El poder de la vulnerabilidad” es: “Ser claro es amable, ser poco claro no es ser amable”.

Esta cita se ha convertido en un himno por el cual trato de vivir lo mejor que puedo, simplemente porque he encontrado que es profundamente cierto. Lo extraño de esto es que la mayoría de las personas se vuelven poco claras para no herir a los demás, para “suavizar el golpe” o para “protegerlos de la verdad”, pero el resultado suele ser el contrario.

No ser directo, en la mayoría de los casos es perjudicial para nosotros y para otros a largo plazo.

El otro gran dilema en torno a la claridad es que no siempre la tenemos y, por lo tanto, no podemos responder y actuar de acuerdo con ella.
Eso es lo que hace que este tema en particular sea tan rico y emocionante para mí.

La claridad, cuando está presente, es un súperpoder. Es una línea vital directa a la verdad de nuestro corazón, que se percibe en el pecho, la cabeza, desde donde se transmite y registra la información en nuestro cerebro y, por lo tanto, logra que te comuniques sin distorsión.

Es un proceso hermoso, liberador y empoderador. Un proceso que no todos conocen bien, pero que todos pueden adquirir al recorrer el arduo y gratificante camino hacia la autorrealización.

Una obra que, de manera lenta pero segura, expone y dispersa eso dentro de nosotros que no es verdad, mientras que saca a la luz y cristaliza lo que es.
Con el tiempo, la claridad emerge de forma natural y al reconocer que la claridad llega a nuestra conciencia más rápido.

Pero como con todo, también tropezamos y caemos en el camino. Nos confundimos e inciertos. Dudamos y desconfiamos.

Pero cuanto más reconocemos en nosotros mismos este conocimiento interno, más actuamos sobre él y vemos y sentimos las consecuencias de ese proceso enriquecedor, más aprendemos a confiar en esa voz interior, que es y siempre nos ha guiado sin vacilar. Solo que hemos olvidado cómo escuchar. Pero eso se puede arreglar a través del tiempo, la intención y una suave práctica de coraje y conciencia.

Se necesita conciencia para ver y discernir. Se necesita coraje para enfrentar el no saber, así como la verdad más allá del coraje, y luego, por supuesto, vivir de acuerdo con esta decisión.

Un maestro mío dijo una vez: “En el momento en que te rindes total y completamente a no saber das paso a tu guía interior”.
Esta fue una gran visión y cambió fundamentalmente mi enfoque a las situaciones en las que me siento perdido.

Tenemos tanto miedo de simplemente relajarnos, no poder prever o controlar qué tratamos de “ganar” claridad, o de “ser” claro.

En mi experiencia, al menos en el nivel del conocimiento profundo, intuitivo y alineado, esto es totalmente contraproducente, incluso engañoso.

Para decirlo de otra manera, la tarea no es encontrar claridad, la tarea es quitar las capas oscuras de la falta de claridad. Y para esto hace falta conciencia y coraje.

La claridad ya está ahí, en el centro.

Kanika Frings
Co-Fundadora DIMA Mallorca – Centre for Conscious Living
Consejera holística