Meditación

Dándome un descanso

Reflexionando sobre la meditación, no puedo dejar de notar cuán ocupados están todos, lo mucho que estamos en movimiento. Todos siempre están trabajando, desarrollando un proyecto o una idea. Creación sin fin, ocupaciones sin fin.

Parece que nadie está tomándose un descanso. Los descansos durante el día son en realidad acciones, destinadas a comer, hacer ejercicio o reunirse con un amigo para tomar un café. Si bien esto puede significar descansar de otras tareas, en realidad no es realmente un descanso. Más bien es ocuparse en otra cosa antes de volver a esa tarea. Es estar constantemente prestando atención a algo.

Estar ocupado todo el tiempo es emocionante, el cuerpo produce adrenalina y el estrés puede ser una emoción constante. Es muy satisfactorio hacer de todo, estar activo, participar, contribuir, crear. Puede proporcionar un sentido de logro, de importancia, de derecho. Proporciona cosas de las que hablar, con las que identificarse, sentirse orgulloso y, por supuesto; es una acción constante que forma parte de nuestras vidas.

Hay innumerables estudios de investigación sobre por qué es necesario tomar descansos y cómo esto permite que nuestros cerebros se vuelvan más productivos. En mi experiencia personal y de lo que observo a mi alrededor, es justamente la actividad constante y productividad de las que necesitamos un descanso. Un cambio que implique frenar el impulso de ser más productivo por uno de querer estar más presentes en nuestras vidas, más alineados, más conscientes.

En este quehacer constante, la meditación es un refugio, al meditar se está tomando un descanso de hacer, es un momento de no acción. Es la tranquilidad, un espacio en el que no hay distracciones, un espacio en el que no hay necesidad de responder, interactuar o funcionar. Un espacio que es imparcial al entorno físico, al margen de los sonidos y el ruido. Un lugar en el que es posible la vitalidad, en la que no es necesario adormecer nada, en el que se puede sentir todo, porque hay tiempo, hay seguridad. Un espacio sin fin, tan vasto y abundante, tan generoso en su paciencia y tan compasivo, incondicional. Un lugar libre para entrar a cualquier hora, siempre acogedor, siempre disponible. No importa lo incomprendido/a que me sienta. Siempre puedo aparecer, encontrar este descanso, a veces consuelo, pero siempre descansar. Es esa pequeña distancia entre lo que importa y lo que no.

La meditación también es una práctica de humildad. Un recordatorio de la insignificancia. Una inspiración para no tomarme a mí mismo, mi trabajo, mi vida demasiado en serio. Una oportunidad para realinearnos con la realidad de que todos somos iguales, con diferentes experiencias, diferentes oportunidades, diferentes destinos.

Ninguno es más o menos digno, ni más ni menos significativo. Una práctica de desidentificarme y liberarme de mis propias creencias sobre el bien y el mal y estar más disponible para la vida y sus muchas oportunidades. Darme cuenta una y otra vez de que soy el creador de mis pensamientos y, por lo tanto, de mi universo. Puedo cambiar mi perspectiva siempre que esté listo y mi experiencia cambie.

Entonces, cuando las hojas comienzan a caer y la luz se desvanece, me encuentro girando hacia adentro, preparándome para la época más oscura del año. Un tiempo que me ofrece descanso y quietud y me invita a contemplar. Me levanto temprano con la luz y me tomo el tiempo, antes de que comience el día lleno de ocupaciones, para sentarme y mirar. Observo mis pensamientos, mis emociones, escucho los sonidos del mundo a mi alrededor moviéndose y respiro. El freno que me doy a mí mismo es simplemente no interferir, no responder, no interactuar. Solo me siento y miro. Algunos días quiero permanecer para siempre en la no acción y algunos días parece que no hay manera de no participar con cada pensamiento o emoción que pasa por mi propio cielo.

Se necesita práctica para acceder fácilmente al espacio, pero más que practicar, se necesita una oportunidad. Proporcionar tiempo a la meditación es proporcionar la oportunidad para el descanso. La meditación es un descanso feliz.

Que encuentres el descanso dentro de ti y la transición pacífica al cambio de estación.

Con amor,
Eliza Charu Hermsdorf
Mediadora en conflictos y co-fundadora de DIMA Mallorca.