La recarga y el poder del ritual

Nuevamente me veo en un momento en el que analizar dónde y cómo podemos encontrar tiempo en nuestras ocupadas vidas para recargarnos. Hablando con distintos profesionales del cuerpo, terapeutas y curanderos por igual, llegamos a la conclusión de que no se le da la suficiente importancia a la acción de recargar nuestras mentes y cuerpos. Cada día nos enfrentamos a múltiples desafíos, muchos de nosotros llevamos vidas intrincadas con muchos, muchos roles que desempeñar cada día.

Al mismo tiempo, aspiramos a crecer, a trabajar en nosotros mismos, a desarrollarnos. Y aunque gran parte de esto sucede simplemente porque nos conectamos con otros y nos enfrentamos a los desafíos diarios, también sucede cuando descansamos. Cuando hay tiempo, espacio y silencio para permitirnos procesar. Es en momentos de descanso donde se absorbe todo lo recibido, se puede integrar. Tan importante como recopilar la información, es importante darse el tiempo para que esta pueda asimilarse, guardarse y así estar preparados para acceder a esta información cuando nos haga falta. Una vez que asimilamos una información, hacemos espacio para la nueva información, para la nueva aprehensión.

‘La recarga’ se puede hacer en muchos estados: desde a través de la meditación hasta dar a tu cuerpo lo que necesita: un masaje, un tratamiento, una sesión de terapia. Recargar puede ser la práctica de dejar ir, de ceder y de confiar, lo que tiene que ser, será.

Recientemente he vuelto a descubrir el poder del ritual para mí. Los rituales han estado en todas nuestras culturas durante siglos y al menos en Alemania, se han olvidado casi por completo. Sin embargo, hay quienes los han mantenido, para transmitirlos de generación en generación y todavía se practican en la actualidad.

En el norte el invierno trae frías tinieblas. Cuanto más oscuro se vuelve, más anhelamos la luz. Parece que siempre ha sido así y supongo que nuestros antepasados ​​lejanos tenían menos seguridad de que el sol seguramente regresaría, trayendo luz y calor, descongelando el suelo para traer una nueva vida. Al no tener acceso al conocimiento que tenemos hoy, los rituales eran el único poder disponible.

Uno de estos rituales del Norte que todavía se practican hoy en día son los “Rauhnächte”, las 12 noches que siguen a la Navidad y terminan con la noche del 7 de enero. Cada día representa un día del año que viene. (25 de diciembre siendo enero y así sucesivamente)

Estos 12 días son sagrados y especialmente las noches se utilizan para oráculo, un tiempo para realizar rituales con la intención de recibir revelaciones para el futuro. También se recomienda prestar especial atención a tus sueños durante este tiempo, ya que el velo al mundo espiritual es especialmente delgado y es posible que se reciban mensajes.

Como se creía que los espíritus perdidos vagaban afuera en la oscuridad, en cuanto oscurece, la gente decide estar en sus hogares. Teniendo en cuenta el año que viene, se recomienda prestar especial atención a nuestro comportamiento cuando interactuamos con familiares, centrándonos en las buenas intenciones y practicando la amabilidad y la bondad entre nosotros y con uno mismo.

También es un buen momento para limpiar espacios, para eliminar todos los espíritus no deseados y cualquier energía negativa que pueda haberse asentado en tu hogar, oficina o cualquier otro espacio en el que pases tiempo durante todo el año.

Cuando enciendas las hierbas para limpiar el espacio, puedes solicitar protección contra enfermedades y negatividad y abrir el espacio para que la energía nueva y positiva establezca el tono para el próximo año. La hierba típica utilizadas para este ritual es la artemisa, una de las hierbas más poderosas para la protección en el Norte, pero también el Sage, el incienso y el enebro funcionan bien.

Aceptaré esta invitación para recargarme en estos 12 días después de Navidad, asimilando todo lo que ha ocurrido durante 2018 y preparándome para el nuevo año y la luz de los días más largos. Como un Shavasana de 12 días después de una práctica de 12 meses. Un tiempo de integración y reflexión, de dejar ir todo lo que se ha vuelto innecesario y está en el camino. Un momento para concentrarme y meditar en lo que me gustaría invitar a mi vida y transformar y sanar todo lo que necesita transformación y sanación. Con gentileza y facilidad, suavemente haciendo espacio y dándonos el tiempo para recargar.

Os deseo a todos una suave transición hacia el Año Nuevo, que traiga alegría y prosperidad.

Con amor,
Charu