Resistencia: convirtiendo lo negativo en positivo

Para muchos de nosotros, el Año Nuevo comenzó con una declaración de intenciones, trayendo consigo muchas expectativas e impulsos que apuntan al cambio y la mejora. Deseamos dejar de lado lo que ya no sirve y centrarnos en lo que nos gustaría potenciar en nuestras vidas. En este proceso de examinar algunas partes de nosotros mismos tenemos a intentar expresar más, disfrutar otro poco de las experiencias y superar restricciones que nos auto-imponemos.

Creo que esta es una forma hermosa y poderosa de establecer una intención, especialmente cuando no hay presión, no hay apego a hacer que todo suceda. Ser capaz de mantenernos ligeros y positivos sobre todos los cambios que deseamos hacer en nuestras vidas, no es precisamente fácil y requiere muchos, muchos recordatorios.

Lo que sucede a menudo cuando se decide hacer un cambio, que puede ser tan simple como cuidarse mejor con una práctica diaria de meditación, es que nos encontramos con la resistencia. Nos invaden pensamientos como: ‘de todas formas no lo haré, ¿para qué empezar?’; ‘yo no podré hacer esto día a día, no lo he hecho antes’.

La resistencia puede sentirse parecido a la impotencia y pesimismo, y en última instancia refleja nuestra sensación de indignidad. Cuando empezamos algo y fallamos, simplemente prueba lo que sabíamos todo el tiempo, no somos lo suficientemente buenos, no somos capaces. Y si no podemos hacerlo, entonces no merecemos sentirnos mejor, vivir más plenos.

Entonces, ¿qué es esta resistencia? ¿Qué hace tan difícil hacer un cambio? ¿Por qué nuestra mente nos juega estos trucos, jugando con nuestro sentido del yo?

Cuando deseamos hacer un cambio, debemos reprogramarnos, debemos dejar de lado los patrones de pensamiento que están profundamente arraigados en nuestras mentes.

En última instancia, la mente trata de proteger el status quo. Cualquiera que sea la vida que estemos viviendo, por placentera o desagradable que sea, es lo que sabemos, lo que dominamos, lo que lo hace seguro y predecible. Conocemos nuestros patrones, sabemos en qué somos buenos y qué debemos evitar. Esto nos mantiene firmes y nos protege de daños graves, de fracasos.

Se necesita valor y, a menudo, nos cuesta mucho salir de nuestro patrón. Porque en lo que entramos no es lo nuevo, es lo desconocido. Es la incertidumbre. Es un vacío.

Para hacer un cambio, el vacío es inevitable, o como Sadghuru lo expresó claramente: “La única manera de salir, es entrar”. Entrar en lo desconocido, afrontarlo. No hay ningún puente para cruzarlo. No hay opción de saltárselo.

Solo después de entrar conscientemente en la nada, permitiendo la nada, podemos salir al otro lado, el Nuevo lado. La nada es vacía, y tiene que serlo para que puedas descubrir  nuevas experiencias, para permitir pensamientos y / o comportamientos, que nunca antes hayas probado.

Afectará no solo a ti mismo, sino también a tu entorno. Si decides cambiar un patrón de reacción, o simplemente hacerte más tiempo para ti mismo, habrá resistencia.Puede que esto te lleve a una decepción. Puede haber conflictos. Es posible que desees simplemente volver a cómo estaban las cosas. Puedes darte por vencido, volver a las formas antiguas.

Cuando estés listo nuevamente o simplemente te sientas incómodo, saltarás de nuevo. Una y otra vez hasta que tengas suficiente coraje, suficiente autoestima para defenderte ante quien o lo que sea que esté tratando de detenerte.

La resistencia es un punto de dirección. Nos muestra el camino al potencial, a nuestro anhelo, a nuestros miedos, a todo lo que está en la sombra.

Una vez que hayas llegado a ‘lo nuevo’ con seguridad y mirando hacia atrás en su viaje, esta misma resistencia ahora se sentirá como un viejo y sabio amigo que una vez te ayudó a mirar más de cerca.

Que haya coraje en tu corazón, para que la resistencia te muestre el camino.
Que seas compasivo contigo mismo y que el fracaso nunca te impida volver a intentarlo.

 

Con amor,

Eliza Charu Hermsdorf

Mediador en conflictos y co-fundador de DIMA Mallorca.